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Lola N
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Mi Milf Liz perdida era pelirroja, un poco sencilla pero muy juguetona. Saldría del trabajo temprano un jueves por la tarde y la visitaría de camino a casa después de las 2 p. m., ya que ella no trabajaba el jueves y su esposo habría regresado al trabajo y follaríamos por todos lados. La cocina y el baño eran los favoritos. A medida que pasó el tiempo, experimentamos cosas muy diferentes. La siento en la encimera de la cocina y le bajo suavemente las bragas hasta los tobillos; por lo general, no llevaba mucho más. Como llevaba un rato estimulándola manualmente, estaba muy mojada. Le dije que tenía hambre y que podía insertarle un plátano. Ella era un juego. Entró bien, pero su coño se arrebató cuando lo retiré, dejando 4 pulgadas adentro. Esto la emocionó aún más y me dijo que sacara una lata de crema para chorritos del refrigerador y una cuchara de postre. Le entregué la crema y ella se saltó la boquilla en el coño y vació la mitad de la lata ella misma. Ella ya estaba bastante sonrojada y jadeando. Ella me dio la cuchara, se recostó y dejó que la desgastara. Su pelirrojo era una molestia, pero sus pezones eran como clavijas para sombreros. Obviamente la puse a cuatro patas y, para su sorpresa, le metí la boquilla de crema en el ojete. Antes de que ella se diera cuenta, había vaciado el resto de la crema en su ano. Ella gritó como un alma en pena. Quiero comerme ese plátano.